Los partidos políticos, bajo el significado de “diversos grupos con diferentes opiniones”, existieron siempre en todas las sociedades desde los tiempos antiguos hasta la actualidad. Hoy día la existencia de partidos es considerada una simbolización de la participación pública y de la libertad política. En base a esto, este significado deberá observarse en la estructura del gobierno islámico bajo el nombre de elemento variable relacionado con las condiciones sociales, políticas y culturales.
Si la ley acepta la existencia de partidos, la vida de los partidos prolongará al igual que cualquier otro asunto legal, mientras continúen los interees demandantes de éstos y no ocurran cambios en la ley basados en nuevos beneficios.
Los partidos son modelos de la manifestación de la voluntad popular, voluntad que garantiza la formación y continuación del gobierno islámico. Por lo tanto la relación de los partidos con el wilâîah es esa misma relación de la gente con el liderazgo.
Uno de los peores desastres de los partidos es que sacrifican los intereses generales del sistema o los beneficios nacionales por los intereses y beneficios del partido. Un asunto como éste sin duda no puede ser aceptado en el sistema islámico, ni tampoco en ningún otro sistema político razonable.
Los partidos políticos, bajo el significado de diversos grupos con diferentes opiniones, existieron siempre en todas las sociedades desde los tiempos antiguos hasta la actualidad. Pero los partidos políticos en el sentido moderno, fueron sin duda el resultado de las obligaciones de las leyes electorales y parlamentarias.[1] Con esta descripción, este significado es también el resultado de una cultura moderna que tomó forma desde la época del Renacimiento, expandiendo luego el dominio de sus criterios y bases a todo el mundo. Hoy día la existencia de partidos es considerada una simbolización de la participación pública y de la libertad política.
En base a esto, este significado deberá observarse en la estructura del gobierno islámico bajo el nombre de elemento variable relacionado con las condiciones sociales, políticas y culturales. Si la existencia de un fenómeno como éste influy en el incremento de la presencia de la gente en la escena política y en el fortalecimiento del sistema islámico, este asunto demanda la necesidad de su existencia. En esta misma dirección, si la ley acepta la existencia de partidos, la vida de los partidos prolongará al igual que cualquier otro asunto legal, mientras continúen los intereses demandantes de éstos y no ocurran cambios en la ley basados en nuevos beneficios. Las normas de formación y los límites de las actividades de éstos, se determinan en base a la ley encontrando significado dentro de ese marco.
Aquello que deberá ser objeto de atención es la relación entre los partidos y el, wilâît faqîh. En realidad, los partidos son modelo de la manifestación de la voluntad popular, voluntad que garantiza la formación y continuación del gobierno islámico. Por lo tanto la relación de los partidos con el wilâîah es esa misma relación de la gente con el liderazgo.
Claro está, los testigos históricos en los diversos países islámicos, como por ejemplo Irán, han mostrado siempre que la decisión nacional en muchos casos se encontró acompañada de la aparición y manifestación de la gente, y muy pocas veces se manifestó dentro del marco de los partidos.
Por otra parte, lo que hasta hoy día tomó forma dentro del país, no se asemejó a un partido bajo el significado real de la palabra. Las sociedades internas muestran sólo un tipo de gusto, sin ser la existencia de una descripción ni una base evidente respecto a los ejes principales de los temas políticos. Por ello, los partidos no fueron admitidos por nuestra gente, ni tampoco lo que surgió fue un partido.
Uno de los peores desastres de los partidos es que sacrifican a los intereses generales del sistema o los beneficios nacionales por los intereses y beneficios del partido. Un asunto así sin duda no puede ser aceptado en el sistema islámico, ni tampoco en ningún otro sistema político razonable.
Fuentes para mayor información:
Mahdî Hâdavî Tehrânî, Wilâîat va Dîyânat, Instituto de Cultura Janeîe Jirad, Qom, segunda edición, 2001.
[1]– Abul-Fadul Qâdî, Huqûq Asâsî wa Nahâdhâîe Sîâsî, pag.721, impr. Universidad de Teherán, 1994.