El Generoso Corán y las narraciones crediticias, los dos son considerados fuentes religiosas y cuentan con crédito y autoridad. Respecto al Corán no se discute si tiene documento fiable que lo respalde, puesto que las aleyas coránicas fueron registradas y determinadas, y Dios Sublime las hizo descender sin existir ninguna discusión a este respecto. Sólo se realizan discusiones desde la perspectiva de la indicación y el entendimiento correcto del significado de sus aleyas.
Pero respecto a la narración es necesaria una discusión del documento fiable que la respalda así como una discusión desde la perspectiva de su razón. Es decir debe analizarse la adscripción de ese dicho a los Inmaculados y también clarificarse el significado y el contenido de éste.
Si se escucha una palabra directamente de los Inmaculados (a.s.), o no existe ninguna duda en que fue dicha por un Inmaculado (a.s.), su valor y crédito se encuentra en el mismo nivel que el Generoso Corán, y los dos tienen autoridad y convicción, y deberá juzgarse y actuarse según su contenido y significado. En caso de que se dude en la veracidad de la transmisión de una narración sin duda el nivel del Generoso Corán es superior, y es considerado como el criterio de lo correcto e incorrecto.
El Generoso Corán y las narraciones crediticias, los dos son considerados fuentes religiosas y cuentan con crédito y autoridad. Respecto al Corán no se discute si tiene documento fiable que lo respalde, puesto que las aleyas coránicas fueron registradas y determinadas, y Dios Sublime las hizo descender sin existir ninguna discusión a este respecto. Sólo se realizan discusiones desde la perspectiva de la indicación y el entendimiento correcto del significado de sus aleyas.
Pero respecto a la narración es necesaria una discusión del documento fiable que la respalda así como una discusión desde la perspectiva de su razón. Es decir debe analizarse la adscripción de ese dicho a los Inmaculados y también clarificarse el significado y el contenido de éste.
Si se escucha una palabra directamente de los Inmaculados (a.s.), o no existe ninguna duda en que fue dicha por un Inmaculado (a.s.), su valor y crédito se encuentra en el mismo nivel que el Generoso Corán, y los dos tienen autoridad y convicción, y deberá juzgarse y actuarse según su contenido y significado.
Pero ya que han transcurrido más de 1200 años desde la época de los Inmaculados Imâmes (a.s.), y durante este tiempo numerosas aleyas han desaparecido y otras tantas han sido falsificadas, los mismos Inmaculados (a.s.) dijeron que uno de los senderos que dan seguridad para conocer la veracidad de una narración es que coincida con el Generoso Corán y no se contradiga con este Libro.[1] Por lo tanto en caso de que se dude en la veracidad de la transmisión de una narración sin duda el nivel del Generoso Corán es superior, y es considerado como el criterio de lo correcto e incorrecto.
Entre los musulmanes siempre existieron excesos respecto a los valores y al crédito de la narración. Al inicio del Islam algunos dijeron lemas tales como «حسبنا کتاب الله» (el Corán es suficiente para nosotros) y supusieron que con la existencia del Corán, no necesitaban de narraciones ni hadices, dejando a un lado la compilación de las palabras del Profeta (s.a.w.) y de los Inmaculados Imâmes (a.s.) así como de sus compañeros cercanos.
Después de años surgió una corriente extremista entre los sunnitas que la frase«حسبن الروایات» (las narraciones son suficientes para nosotros) puede considerarse como su lema, puesto que suponían que con la existencia de los hadices ya no era necesario el Corán, al grado en que se dijo: “El hadîz no puede ser abrogado a través del Corán, pero el hadîz puede abrogar al Corán”.[2] Los ajbârîân shi’ítas también pusieron en duda la autoridad aparente del Corán y sostuvieron que mientras un asunto del Corán no fuese confirmado por un hadîz, era imposible para ellos su entendimiento y aceptación. Incluso lo que se extraía del Corán lo consideraron prohibido y acordado con la opinión subjetiva.
Así sucedió, mientas que el Profeta de Dios (s.a.w.) dijo: “Dejo entre vosotros dos cosas valiosas, una el Libro de Dios (Corán) y la otra mi ‘itrat (la familia de mi casa–Ahl Bayt), hasta el momento en que os aferréis a estas dos, nunca os extraviareis”.[3]
Es decir tanto el Corán como las palabras de los Inmaculados Imâmes (a.s.) son una prueba para los musulmanes. Estos dos son una fuente para conocer la religión y el sendero de la felicidad, y habrá que arraigarse a los dos. Pero es posible que en el Corán exista un asunto en forma sucinta, y su explicación y sus detalles los haya dado el Profeta (s.a.w.) o su familia Inmaculada (a.s.), o se haya mencionado un asunto en forma general, y en las narraciones lo haya hecho especial y una excepción. Esta es una obligación que el Corán colocó como responsabilidad del Profeta (s.a.w.) y dijo: «E hicimos descender para ti el Recuerdo (Corán) para que (tú ¡oh, Mensajero!) puedas aclarar a la gente lo que fue hecho descender para ellos (anteriormente) y para que, quizás así, reflexionen».[4]
Esta obligación según las narraciones llegadas del gran Profeta (s.a.w.)[5], fue colocada bajo la responsabilidad de su familia Inmaculada (a.s.), para que después de él resolvieran los problemas religiosos de la gente a través de la presentación impecable del Corán.[6]
Un asunto importante para la utilización del Generoso Corán y de las narraciones es el entendimiento del contenido y del significado de éste, que necesita de una alta especialidad. El distinguir entre lo abrogante y lo abrogado, lo explícito de lo homogéneo, lo especial de lo común, lo condicional de lo incondicional y otros son ejemplos de esto.
Así también un vistazo profundo al asunto de las narraciones que si ¿acaso el Imâm Inmaculado (a.s.) tiene la intención de mencionarlo o no? Y el que ¿acaso menciona o no la opinión del Islam a este respecto? Y si ¿es posible o no su generalización en asuntos similares en todos los tiempos y lugares? Y otros asuntos que corresponden a las ciencias coránicas, al hadîz, a la jurisprudencia, a los fundamentos de la jurisprudencia y a la filosofía de la jurisprudencia, todas éstas juegan un papel en la utilización del Corán y de las narraciones, y deberán ser tomadas en cuenta.
Pero el que si los asuntos explicitos del Corán tienen o no más importancia respecto a los asuntos que no fueron dichos en forma explícita, en respuesta habrá que decir: No. Lo explícito de las aleyas en varios asuntos no muestra la importancia del asunto, o por lo menos no siempre es así. Claro está puede pretenderse que cualquier cosa que corresponda a las obligaciones y tareas de la gente que deberán realizarlo, o dejar de realizarlo, tales como las aleyas de los preceptos que fueron mencionadas en forma explícita. Así también los asuntos que corresponden a los derechos mutuos entre la gente, y tienen que ver con la vida diaria de esta, tienen una forma evidente y explícita de decir. Pero existen también otros asuntos que gozan de un elevado nivel de importancia; tales como las aleyas que corresponden al mismo Dios, a Sus atributos y actos. O que corresponden a los asuntos de la otra vida, tales como el Paraíso, el Infierno, la situación y calidad de estos dos. O que corresponden a seres inmateriales, tales como los ángeles y los genios, fueron mencionados dentro de una aureola de incertidumbre.
Por ello del Imâm As-Sâdiq (a.s.) se transmitió que dijo: “El libro de Dios consta de cuatro formas. Palabras, indicaciones, delicadezas y verdades; las palabras para la ciencia, las indicaciones para los virtuosos, las delicadezas para los santos Divinos y las verdades corresponden a los Profetas”.[7]
Este mismo Imâm (a.s.) en otra parte dice: “El Corán consta de un manifiesto y un oculto. Su manifiesto es una orden y su oculto es la ciencia, su manifiesto es bello y encantador, y su oculto es profundo y significante”.[8]
Por lo tanto, puede pretenderse que los asuntos puros coránicos, al igual que las puertas cerradas y ocultas de la concha, se encuentran entre las capas inferiores y dentro de las aleyas, y para alcanzaras habrá que realizar dobles esfuerzos.
El punto final es que en ocasiones existió una conveniencia para que el Corán no contuviese en forma explícita algunos asuntos, tal y como la falta de mencionar en forma directa el nombre del Imâm ‘Alî (a.s.) o colocar las aleyas correspondientes a él entre las aleyas que no tenían ninguna relación con él, y otros.
Para mayor información recurrir a los índices:
1. El nombre de los Imâmes (a.s.) en el Corán, pregunta 200 (página web, preg.1223).
2. Comprobación del Imâmato del Imâm ‘Alî (a.s.) en el Corán, pregunta 324 (página web, preg.1817).
[1]– Hurr ‘Âmilî, Wasâ’il Al-Shî’ah, t.11, p.330, libro de Qadzâ wa Shahâdat, cap. Diferencia en las narraciones, primer hadiz, Maqbûlah ‘Umar Ibn Handzalah.
[2]– Abû Al-Hasan Ash’arî, Maqâlât Al-Islamîîn, t.2, p.251.
[3]– Mutaqî Hindî, Kanz Al-‘Amâl, t.1, p.44.
[4]– An-Naĥl, 16:44.
[5]– Tales como el Hadîz de Zaqalaîn (los dos pesos) y el Hadîz Safînah (de la barca).
[6]– Para más información recurrir a: Hadawî Tehrânî Mahdî, Reflexiones en la ciencia de los fundamentos de la jurisprudencia, tomo 1, sexto cuaderno, pp.75-80.
[7]– Faîd Kâshânî, Al-Sâfî fi tafîr Al-Qurân, introducción.
[8]– Maÿlisî, Bihâr Al-Anwâr, t.92, p.17.