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Lo deducible de las narraciones es que el enfrentamiento del Imâm Mahdî (a.ÿ) con los opresores y tiranos durará ocho meses. Después de transcurridos ocho meses del surgimiento del Imâm (a.ÿ.) diversos países quedarán bajo su domino y el gobierno de la justicia será establecido en todo el mundo. Entonces terminará con la incredulidad, idolatría e hipocresía, luego ningún opresor gobernará sobre ninguna sociedad y el campo del pecado terminará, en especial el de los pecados sociales. La tierra hará brotar sus tesoros minerales y vegetales, y quitará de los opresores y acaudalados el derecho de los pobres, dividiéndolo entre los indigentes y necesitados, en tal forma que no quede nadie a quien dar la limosna ni repartir el impuesto del azaque; y todos se vuelven pudientes y acaudalados.
La fe en el surgimiento del Imâm de la Época (a.ÿ.) y los sucesos después de éste, es uno de los ejemplos de la fe en lo oculto, que la aceptación y el conocimiento de sus especialidades es sólo posible por medio de la devoción y el uso de textos narrativos crediticios.[1] Sin embargo, de ahí que la mayoría de los hadices y las narraciones, por el paso del tiempo han sido víctimas de desgracias tales como la disimulación por parte de los shi’ítas y/o falsificación o distorsión por parte de los enemigos, olvido o falta de atención en su registro por medio de los narradores, y al carecerse de las posibilidades de impresión y de cuidado, se estropearon y destruyeron, no es posible el conocimiento completo de los detalles de los sucesos anteriores y posteriores al surgimiento en la forma aceptada por los shi’ítas buscadores de la verdad y los que esperan. En especial que en las narraciones nos encontramos con algunas contradicciones a este respecto. Por ello, la respuesta a la pregunta planteada, en especial en la primera parte de ésta, es en forma de suposición y para responder la pregunta necesitamos analizarla en partes por separado. A continuación presentamos la respuesta de cada parte por separado:
Después del surgimiento del Imâm Mahdî (a.ÿ.) ¿que tanto tardará para que el gobierno de la justicia sea establecido? El Imâm Al-Bâqir (a.s.) dijo: “El decimo segundo Inmaculado, el Imâm Mahdî (a.ÿ) ocho meses completos llevará la espada desenvainada y matará a los enemigos de Dios, hasta que Dios esté satisfecho de él”.[2] Según las narraciones que tenemos a nuestro alcance, él surgirá en La Meca y después de que sus seguidores y confidentes especiales se le adhieran, se dirigirá hacia Iraq, después Shâm (Sira actual) y luego hacia Jerusalén (Baîtul Muqadas), continuará por ciudades de Europa, Turquía, China, Afganistán y demás países quedando todos bajo su domino. Después de ocho meses de enfrentamiento constante establecerá el gobierno de la justicia y la paz, prevaleciendo así la seguridad mundial.[3] En cuanto al tiempo de su gobierno las narraciones no coinciden todas ellas en una misma opinión:
19 años y unos meses, 7 años, 40 años, 10 años y 309 años que cada año coincide con 20 o 40 años actuales. Se ha dicho que 40 días después del martirio o fallecimiento de este honorable, iniciará el día de la Resurrección[4] entonces todo lo existente en el Universo y en el Cielo termina y se prepara para el día del Levantamiento.
¿Acaso después del establecimiento del gobierno de ese honorable terminará la indigencia?
Cuando el Imâm (a.ÿ.) se levante y establezca el gobierno de la justicia la tierra hará brotar sus tesoros minerales y vegetales, y los pondrá a disposición del Imâm (a.ÿ.). Así también quitará de los opresores y acaudalados el derecho de los indigentes y pobres, y lo dividirá entre todos, en tal forma que no quedará ningún pobre, ni a quien dar la limosna ni repartir el azaque. El Imâm As-Sâdiq (a.s.) dijo: “El mundo se volverá alegre al implantarse la justicia, el Cielo hará caer sus lluvias, los árboles mostrarán sus frutos y la tierra sacará sus vegetales, embelleciéndose para sus habitantes”.[5] El Imâm de la Época (a.ÿ.) ordenará al heraldo que anuncie entre la gente que aquel que necesita bienes se acerque. Nadie se levantará de entre ésta a excepción de una persona que dirá: “Yo estoy (necesitado)”. Entonces el Imâm (a.ÿ.) le dirá: “¡Ve con el tesorero y dile que Mahdî le ordena que te de dinero!” El tesorero dirá: “Trae tu capa”. El hombre extenderá la capa y el tesorero la llenará. Cuando la coloque sobre sus hombros se arrepentirá y dirá: “¿Por qué entre la comunidad de Muhammad (s.a.w.) yo soy el más ávido? ¿Por qué no tengo esa continencia del alma que todos tienen?” Entonces querrá regresar esa fortuna al tesorero, pero no se la aceptan, y Mahdî (a.ÿ.) dirá: “Aquello que obsequiamos no lo aceptamos de vuelta”.[6]
El gran Mensajero (s.a.w.) dijo: “La gente andará en busca de alguien que reciba limosna y obsequio de ella, separan su azaque pero no encuentran a nadie que lo acepte; puesto que todos han sido satisfechos a través de la gracia Divina”.[7]
¿Acaso después del establecimiento del gobierno de ese honorable terminará la opresión en la sociedad?
La preeminencia del gobierno Universal del Mahdî (a.ÿ.) es implantan la paz, la seguridad y la justicia en todo el mundo y terminar con la corrupción, depravación, opresión, asesinato y tiranía, al igual que fue éste el propósito principal de todos los Profetas (a.s.), no obstante, el logro de estos generosos cada uno en su época y sus sucesores después de ellos no fue tan vistoso, pero implantar la paz y seguridad mundial son parte de las promesas de todos ellos y la esencia pura de todos los seres humanos, durante el largo de la historia también, están en espera de un día como ese, con esa sublime particularidad.
Entonces, puesto que Dios Sublime, los Profetas y sus sucesores son infalibles, nunca rompen sus promesas ni dan esperanzas falsas a la gente ni la mantienen esperando, sin duda esta promesa se realizará, esto también con una especialidad vistosa sublime. Sin embargo esas épocas de salvación pueden ser consideradas como el propósito de la creación del ser humano. El día en que por la gracia Divina toda la comunidad se una, se encuentre bajo la bandera del monoteísmo y se haya dado fin a la incredulidad, la idolatría e hipocresía.[8] Las narraciones que indican directa o indirectamente este asunto son muy numerosas. Por ejemplo: el Imâm Hasan Askarî (a.s.) dijo a su hijo (a.ÿ.): “¡Hijo mío! Es como si te estuviese viendo, cuando el permiso de Dios te fue revelado y todo se encuentra a la expectativa y tu magnanimidad y grandeza se elevan…, en ese momento aparecerá la aurora del gobierno justo, y terminará con la oscuridad y lo falso de la escena del mundo. Dios a través de tu mano romperá las espaldas de los opresores, regresará los rituales de la religión, iluminará el horizonte del mundo, establecerá la tranquilidad y la paz desde el saliente hasta el poniente. Tus enemigos se volverán despreciables y degradables, y tus amigos queridos y victoriosos. Sobre la tierra no quedará ni siquiera uno de los opresores, asesinos y rebeldes negadores de Dios, ni tampoco ninguno de los contrarios agresores y opositores enemigos; puesto que aquel que se resigne a Dios, para Él es suficiente. En verdad que Dios realiza Su orden y realiza Su promesa y lo predestinado por Él es seguro. En verdad que Dios para cada asunto ha colocado una predestinación.[9]-[10]
¿Acaso después de haber sido implantado el gobierno de ese honorable no se realizarán pecados?
El factor más importante de la realización del pecado por el ser humano es la avidez de éste por juntar los bienes terrenales y sentir necesidad por las mercancías de mundo. Cuando el ser humano, en un grado suficiente, se ha beneficiado de dinero y bienes del mundo, ha encontrado estima y honor dentro de la sociedad, su visión se ha vuelto Divina y para él el mundo, sus mercancías y artículos han perdido su valor y ha llegado a la certeza que todas las promesas Divinas son verdad y –aunque los demás no quieran o no lo aprueben y pongan obstáculos en su camino– al fin se realizará. Si el ser humano llega a obtener la certeza de que existe el día de la Resurrección, el día de las Cuentas, el Paraíso y aquello que se encuentra en éste no puede ser comparado con la vida del mundo ni tampoco con aquello que se encuentra en el mundo, entonces no quedará motivo para pecar. En especial porque, según algunas narraciones y los argumentos de algunos sabios investigadores, han dicho que la vida de Satanás terminará también con el surgimiento del Imâm Mahdî (a.ÿ.) y según la referencia a las que algunas narraciones hacen, ese maldecido, será asesinado por el Profeta del Islam (s.a.w.) en Jerusalén, quien terminará también con los adornados engañadores y los susurros del demonio.[11] Por otra parte, los innumerables obstáculos tales como el gobierno justo universal, que es imposible salvarse de su justicia, provocará un ambiente seguro y saludable, y el rechazo de la corrupción, la desviación y el pecado por parte de toda la gente, obstaculizará la realización del pecado, entonces el motivo desaparece y el obstáculo surge. Por ello no se realizará pecado en este campo. Existen también numerosas narraciones a este respecto, tales como:
El Imâm As-Sâdiq (a.s.) describe esa época de la siguiente manera: “Las relaciones ilícitas, las bebidas alcohólicas y la usura terminará, la gente se inclinará hacia la adoración y el obedecimiento a Dios, se respetarán perfectamente los depósitos, los malditos entre la gente serán destruidos, y quedarán las personas meritorias”.[12] El Profeta (s.a.w.) dijo: “Dios por medio del Mahdî (a.ÿ.) terminará con los impedimentos, colmará los corazones de los siervos con adoración y obedecimiento, y Su justicia incluirá a todos. Dios, por medio de él terminará con la mentira y los mentirosos. Terminará con el espíritu salvaje y conflictivo de la gente, y quitará de sus yugulares el desprecio de la esclavitud”.[13]
Fuentes para mayor estudio:
1. Generoso Corán.
2. El Justo del Mundo, Ibrâhîm Amînî, pp.388-447.
3. El gobierno que desarrolla la justicia, Husaîn Haîdarî Kâshânî, pp.225, 301.
4. Mahdî el Esperado (a.ÿ.), Muhammad Yawâd Jârâsanî, pp.188, 273.
5. La Época del Surgimiento, ‘Alî Kûrânî, pp.351, 370.
6. La Justicia esperada, Grupo de escritores, dicho 1 y 11.
7. Muntajab ul-Azar, Lutful.lah Sâfî Gulpâîgânî.
8. El Imâmato y la Espera del Salvador, Lufful.lah Sâfî Gulpâîgânî, t.3.
9. La Época de la Salvación, Sulaîmân Kâmil, t.1 y 2.
10. Bihâr, Maylisî, t. 51 y 52.
11. Exegesis Al-Mizân, Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, t.14, pp.160, 175.
[1]– Sâfî Gulpâîgânî Lutful.lah, La anunciación de la seguridad y la protección (El Imâmato y la espera del Salvador), t.3, pp.28-42.
[2]– Az-Zâm un-Nâsib, p.189; Qaîbat Na’mâî, p.165; Bishârat ul-Islâm, p.199, extraído de La época de la Salvación, t.1 p.478, h.585.
[3]– Kâmil Sulaîmân, La época de la Salvación, t.2, p.470 y 536; Bihâr ul-Anwâr, t.52, pp.309 y 392.
[4]– La Época de la Salvación, t.2, 601 y 658; Bihâr, t.2, pp.279 y 392.
[5]– Bishârat ul-Islâm, p.71, extraído de La Época de la Salvación, p.639, h.882.
[6]– Muntajab ul-Azar, p.144; Musnad Ahmad, t.3, p.37; As-Sawâ’iq ul-Muharaqah, p.164; Ianâbî’ ul-Muwadah, t.3 p.135, extraído de La Época de la Salvación, p.642, h.894; Ídem, pp.596 y 598.
[7]– Az-Zâm un-Nâsib, p.230; Bishârat ul-Islâm, p.256; La Época de la salvación, p.598, h.780.
[8]– Sagrado Corán 11:118 y 123.
[9]– Bihâr, t.5, p.35; Wafât ul-‘Askarî, p.49; extraído de La Época de la Salvación, t.1, pp.530-531; Ídem, p.73, t.5; Ídem .625, h.844.
[10]– Sagrado Corán 65:3.
[11]– Al-Mîzân, t.14, a continuación de la aleya 36 de la Sura Al-Hiÿr (15), pp.160, 161 y 175.
[12]– Muntajab ul-Azar, p.474; Az-Zâm un-Nâsib, p.228; Al-Malâhim wal-Fatan, p.54, extraído de La Época de la salvación, t.2 p.600.
[13]– Bihâr, t.51, p.75; Al-Malâhim wal-Fatan, p.56; Shaîj Tûsî, Gaîbah, p.114, y otros.