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Ver con los ojos del alma las manifestaciones de Dios, es ese mismo significado correcto de ver a Dios desde diversos niveles, aunque el nivel principal de éste es posible obtenerlo sólo después de la extinción de la esencia del caminante en el sendero místico, pero existen niveles y grados más bajos, que ocurren para el caminante del sendero místico a través de los entendimientos del alma.
Sabemos que la visión aceptada en las creencias islámicas y shi’ítas es ver a Dios con el alma y ver con las verdades de fe, pero en la teología, filosofía y mística se mencionan diversas formas de ver respecto a esta misma forma de ver a Dios. Es natural que cuando se habla respecto a llegar a esta jerarquía de poder ver a Dios debemos buscarlo en el misticismo práctico. Lo último que puede encontrarse en la teología y filosofía e incluso en el misticismo teórico, o corresponde al permiso o falta de permiso de una creencia como ésta, y/o al debate general y racional respecto al significado de algo así.
Lo que puede deducirse del Corán y de las narraciones a este respecto es que los creyentes, contrario a los incrédulos, siempre tienen la esperanza de poder llegar a ver a Dios y algunos creyentes en este mismo mundo llegan a verlo mientras que algunos otros lo hacen el día de la Resurrección. En la mística también el principio original se basa en que el creyente de Muhammad (s.a.w.) deberá poder ver a Dios en este mismo mundo cuando alcance la cumbre del viaje místico, al igual que el Profeta (s.a.w.) llegó a alcanzar esta jerarquía. Por ello se ha dicho que la oración es la ascensión del creyente, y sabemos que el fin de la ascensión, es el encuentro con Dios.
Ahora la pregunta es esta que para alguien que va a emprender el sendero místico ¿acaso existe un sendero hacia esta jerarquía? O ¿acaso existe un grado de esa jerarquía que provoque que la persona pueda probar el sabor de la manifestación, y cruzar el sendero místico para llegar a Dios?
A este respecto se mencionó una narración en la obra de “Tawhîd” de Sadûq que fue una reflexión sobre el motivo exponiéndose también diversas interpretaciones a este respecto. A continuación mencionamos esta narración:
Abû Basîr dijo haber dicho al Imam Sâdiq (a.s.): “Notifícame de Dios Honorado y Glorificado que ¿acaso los creyentes lo verán el día de la Resurrección?” Dijo: “¡Sí! Y antes de ese día también Lo vieron”. Pregunté: “En qué momento”. Dijo: “Cuando les dijo: «أَ لَسْتُ بِرَبِّكُمْ» (¿Acaso no soy Yo vuestro Creador?)” Respondieron: “¡Sí, Tú eres nuestro Creador!” Entonces el Imam (s.a.) silenció por casi una hora, después dijo: “¡Y los creyentes en el mundo antes del día de la Resurrección Lo ven…! ¿Acaso tú no eres de aquellos que Lo ven en este mundo?!”
Abû Basîr dijo haber preguntado al Imam (a.s.): “¡Ofrezco mi vida por ti, entonces ¿puedo transmitir estas palabras de usted?!” Dijo: “¡No! Puesto que cuando lo hagas, es posible que un negador negligente contradiga el significado de aquello que digo y suponga esto como antropomorfismo e incredulidad. Claro está ver con el alma no es igual a ver con los ojos. Dios es superior a aquello que describen las sectas de los Mushabihah y Mulhidân sobre Él”.[1]
Esta narración en las palabras de algunos místicos como por ejemplo Fayz Kashani fue interpretado como ver a Dios en la manifestación.
Los secretos de esta narración y narraciones similares a ésta, no son fáciles de entender ni explicar. A pesar de esto pueden alcanzarse algunas señales respecto al debate de ver a Dios con el alma en el misticismo práctico y aceptarlo como una verdad mística y creerlo, y después esforzarse para su realización.
Ver con los ojos del alma las manifestaciones de Dios, es ese mismo significado correcto de ver a Dios desde diversos niveles, aunque el nivel principal de éste es posible obtenerlo sólo después de la extinción de la esencia del caminante en el sendero místico, que el Profeta Moisés (a.s.) lo deseaba. Pero existen niveles y grados más bajos, que ocurren para el caminante del sendero místico a través de los entendimientos del alma. Como ejemplo el Mensajero del Islam (s.a.w.) dijo: “Aquél que me vea ha visto a la Verdad”.[2] Es decir ver la misma belleza del Profeta como manifestación de la verdad muhammadi, estando despierto, dormido o como una intuición mística es considerado un grado de ver a Dios en el reflejo de los signos Divinos. Esta belleza Divina es también visible en la belleza de los Inmaculados Imames (a.s.) que son el estrado para volar y encontrarse con Dios. Por esto mismo dijeron: “Ver el rostro de ‘Alî (a.s.) es adoración”.[3]
La escuela del amor en la mística islámica es esa misma escuela de ver a Dios en las manifestaciones, y el Diwan (recopilación de poemas) de Hafid, Mawlana, Attar y otros están llenos de secretos y enigmas de esta escuela conocida por la cultura persa.
Según lo dicho por Fayz Kashani –en explicación a la narración de Abû Basîr– todos pueden ver la manifestación de Dios, pero la diferencia entre los seres humanos se basa en conocer y creer esto. Aquí transmitimos algunas palabras de Fayz Kashani de su obra “Kalamât Maknunah” o Palabras Ocultas:
“Aunque no puede llegarse al origen de la Verdad, ya que abarca todas las cosas y nada puede abarcar sobre aquello que abarca. Pero por la autenticidad de su presentación en las manifestaciones de los nombres, en cada existencia tiene una forma y en cada reflejo manifestaciones. Al igual que en el Corán dice: “…a donde quiera que os giréis, encontraréis el rostro de Dios”.[4] Y en la narración dice: “Incluso si descendéis al nivel más bajo sobre la Tierra habéis descendido también hacia Dios”. Por lo tanto, por esta razón no sólo es posible ver y conocer, sino que esta manifestación existe para todos, por ello los privilegiados saben qué es lo que ven, y dicen: “En todo lo que observé antes, después y junto a ello vi a Dios”. Pero la gente común desconoce lo que ve. Al igual que en el Corán dice: “Ved cómo dudan del encuentro con su Señor. ¿Acaso no abarca Él todas las cosas?”.[5]
“Dije ¿llegará el día en que mi deseo de verte llegue a realizarse? / Dijo, observa bien, tal vez sé realizó”.[6]
Para poder entender las manifestaciones Divinas existen instrucciones generales en la mística, que son la purificación del alma de cualquier opacidad, incredulidad, hipocresía y asociación a Dios, al igual que el alma pura que es un alma vacía de todo, excepto Dios, y sólo Dios se encuentra en ella. Esta presencia de Dios es bajo el significado de ver la manifestación de Dios en su propia alma y tener la certeza de esta manifestación. Una jerarquía así puede ser alcanzada y el sendero para llegar a ésta también es ofrecerse a sí mismo así como sacrificar todo lo que ama, y la mística práctica bajo el significado verdadero de la palabra no tiene otro propósito fuera de éste.
En la vida diaria prácticamente sólo un pequeño grupo de seres humanos ha tenido una determinación así. A pesar de ello este es un sendero que se encuentra ante todos los seres humanos y el día de la Resurrección se enfrentaran a éste:
“Con certeza, habrán perdido quienes desmintieron el encuentro con Dios. Cuando les llegue la Hora súbitamente, dirán: «¡Ay de nosotros! ¡Qué descuidados fuimos!»”.[7]
Índices relacionados:
El alma pura, preg.no.14780 (pág.web 14505).
[1]– Sadûq, Al-Taûhîd, p.117, cap. ما جاء فی الرؤیh.20.
[2]– Âmulî Seyed Heîdar, Jâm’ Al-Asrâr, p.380.
«و صاحب هذا المقام هو الموسوم بالخليفة الأعظم و قطب الاقطاب و الإنسان الكبير و آدم الحقيقىّ، المعبّر عنه بالقلم الأعلى، و العقل الاوّل، و الروح الأعظم، و أمثال ذلك.و اليه أشار النبىّ- صلّى الله عليه و آله و سلّم «خلق الله آدم على صورته»
[3]– Sheij Tûsî Al-Amâlî, p.350.
[4]– Al-Baqara [2:115].
[5]– Fuşşilat [41:54].
[6]– Feyz Kashani Muhsin, Al’Kalamât Al Maknûnat fi ‘Ulûm Ahl Al-Hikmat wa Al-Ma’rifah, pp.4-5, con algunos cambios.
[7]– Al-An‘ām [6:31].