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Las leyes Divinas tienen diferentes filosofías y sabidurías, y de ninguna manera fueron establecidas sin bases ni filosofía, aunque nosotros no podamos descubrir esas filosofías pero de ahí que sabemos que Dios Sabio y Justo no establece ninguna ley para los seres humanos sin sabiduría, debemos aceptar cualquier filosofía que se derive de dentro del marco del Corán y de las narraciones correctas, del intelecto y de las ciencias definitivas.
Además de esto puede decirse que una de las filosofías de la ley religiosa sobre estos mandatos es una forma de equilibrio económico, el término de las diferencias de los estratos sociales y el establecimiento de la seguridad espiritual y psíquica de la gente y de las sociedades, en especial, del estrato de bajos ingresos.
Además de que las investigaciones científicas han descubierto nocividades para el hombre con el uso del oro.
Las leyes Divinas tienen diferentes filosofías y sabidurías, y de ninguna manera fueron establecidas sin bases ni sabiduría. Las órdenes islámicas dependen de las causas reales y tienen raíz en las realidades corporales, espirituales, económicas, sociales y otras. Básicamente el valor de los actos del ser humano depende de la medida de su conocimiento y de su fe, aunque esto necesita de un análisis e investigación de la filosofía de los mandatos y de las leyes religiosas que sepamos para qué fueron establecidas estas leyes y hacia qué lugar nos guían. Sin embargo en el conocimiento de los secretos y la filosofía de los mandatos no debemos considerar suficiente los descubrimientos de la nueva ciencia y en base a los últimos resultados científicos del mundo del conocimiento opinar respecto a los mandatos y las leyes Divinas; puesto que:
Primero: las leyes Divinas fueron establecidas considerando todas las perspectivas espirituales, corporales y otras del ser humano.
Segundo: debemos confesar que nuestro conocimiento respecto al mundo que nos rodea es muy limitado, y uno de estos es la percepción e información científica de la humanidad sobre las realidades complejas espirituales, psíquicas y otras del ser humano.
El gran Profeta del Islam (s.a.w.) en un dicho dijo: “¡Oh, gente! Vosotros sois como un enfermo y Dios de los Mundos los cura como un médico”.[1]
Es evidente que cualquier enfermo cuando tiene fe en el poder científico y especialidad de un médico cualquier receta que le prescriba la usa sin ningún pretexto, aunque el enfermo desconozca qué efecto y qué papel juegan en él esas medicinas multicolores desde la perspectiva de la ciencia biológica. Pero ya que considera correcto el diagnóstico del médico acepta lo que le recete. Claro es bueno si estudia respecto a las medicinas y al papel que juega la prescripción de éstas, pero no debe tener esa creencia de que: no las tomo puesto que no he descubierto la filosofía existencial de éstas. Entonces debemos aceptar que la ciencia y el conocimiento de los seres humanos no es en esa medida que pueda descubrir y percibir la filosofía de cada una de las leyes Divinas.[2]
Por lo tanto dentro del marco del Corán, de las tradiciones válidas, del intelecto y de las ciencias definitivas, cualquier dictamen que dedujimos debemos aceptarlo, aunque ignoremos la filosofía y sus consecuencias.
Claro está un efecto evidente de la prohibición del uso de utensilios de oro y plata es la suscitación de una forma de desequilibrio económico y reducción entre los estratos sociales. Esto mismo ocasionará que los indigentes no se sientan despreciados, y por este medio se provea la seguridad psíquica, social y económica de la sociedad. Además de que en las investigaciones científicas han descubierto nocividades para el hombre con el uso del oro.[3]
[1]– “ایها الناس انتم کالمرضی و ربّ العالمین کالطبیب” Tabarsî Ahmad Ibn ‘Alî, Ihtiÿâÿ, t.1, p.45; Nûrî Mîrzâ Husaîn, Mustradrak Al-Wasâ’il, t.3, p.177.
[2]– Dashtî Muhammad, La filosofía del iÿtihâd y de la imitación, p.163; Mutaharî Murtidâ, El Islam y las necesidades de la época, p.20; Hadavî Tehrânî Mahdî, Las creencias y preguntas, pp.51-55.
[3]– Recurrir a: Índice: La filosofía de la prohibición del oro para el hombre, preg.759.