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En forma general cada pecado provoca el desgarro de los velos de la inmunidad del ser humano. Cada pecado puede provocar el descenso de una calamidad o desgracia, el rechazo de las invocaciones, disminución del sustento, del pan de cada día así como de las bendiciones en la vida del ser humano y otros. Básicamente esta es la propiedad y el efecto natural del pecado. Esto es algo indicado en nuestras fuentes religiosas. Sin embargo en algunas narraciones fueron indicados los efectos y resultados de algunos pecados en forma especial, tales como: opresión a la gente, abandono de la benevolencia hacia el prójimo, ingratitud y desagradecimiento que provocan la disminución de las bendiciones. Los pecados que causan castigo son, por ejemplo, la opresión que el opresor a sabiendas la realiza, la violación de los derechos de la gente y burlarse de ésta. Los pecados que disminuyen el sustento del ser humano son tales como, mostrar pobreza, dormir en el momento de la oración de la noche (isha’) en tal forma que tenga que realizar la oración en reparación. Los pecados que provocan el desgarro de los velos de la inmunidad, tales como ingerir bebidas alcohólicas, apostar en juegos, burlarse y jactarse de la gente, decir palabras inútiles, criticar a la gente y amistar con personas corruptas. Los pecados que provocan el descenso de los castigos son, no ayudar a los oprimidos, negar la ayuda a los indigentes, dejar de aconsejar los buenos actos y de reprobar lo prohibido. Por lo tanto cuando el Imâm ‘Alî (a.s.) pide perdón se refiera a cualquier pecado en forma general, no a pecados en especial.
En respuesta a esta pregunta debe decirse que básicamente cada pecado provoca el desgarro de los velos de la inmunidad del ser humano. Cada pecado puede provocar el descenso de una calamidad o desgracia, el rechazo de las invocaciones, disminución del sustento, del pan de cada día así como de las bendiciones en la vida del ser humano y otros. Básicamente esta es la propiedad y el efecto natural del pecado. Esto es algo indicado en nuestras fuentes religiosas. En las narraciones encontramos que Dios Sublime dijo: “En ocasiones uno de mis siervos me pide algo y Yo lo acepto, pero él peca. Yo también digo a los ángeles: “Este mi siervo a través del pecado se colocó ante mi Ira e hizo que lo privara de Mis favores. Después de esto no llegará a su deseo a través de Mi a menos que acepte servirme”.[1] Así también el Imâm ‘Alî (a.s.) dijo: “¡Juro por Dios que ninguna bendición es quitada de la gente a menos que sea a través de los pecados de ella misma”.[2]
En algunas frases del principio de la Súplica de Kumaîl tal vez ‘Alî (a.s.) se refiera a este asunto, y al repetir estas frases quiso decir: “¡Dios mío perdóname cualquier pecado que rasgue el velo de la inmunidad, el descenso de la calamidad, la no aceptación de la súplica y…!” Al igual que al final de estas frases dice: “¡Dios mío perdóname cualquier crimen o pecado que cometí, y cualquier error y equivocación que realice!”
La relación entre las calamidades y las tragedias con el pecado y la desobediencia es en tal forma que el Generoso Corán cada acontecimiento que ocurra para el ser humano lo considera como consecuencia del pecado. Dice: “Y cualquier desgracia que sufráis es consecuencia de lo que vosotros mismos habéis cometido, pero Él perdona mucho”.[3]
Por lo tanto de todas las enseñanzas religiosas tanto de las aleyas como de las narraciones se deduce que el pecado juega un papel importante y efectivo en el descenso de las calamidades. Como ejemplo, el Imâm As-Sâdiq (a.s.) dijo: “La vida de las criaturas en el mar es como consecuencia de la lluvia. Cuando no llueve tanto la tierra como los mares se corrompen y se destruyen, esto sucede cuando los pecados incrementan”.[4]
Estos fueron algunos ejemplos de las narraciones que en forma general mencionan los castigos de los pecados. Sin embargo en un número de narraciones fueron indicados los efectos y las consecuencias de algunos pecados en forma especial, que en esta limitada oportunidad mencionamos sólo una de éstas.
Abû Jâlid Kabulî relata haber escuchado del Imâm Saÿâd (a.s.) decir: “Los pecados que provocan el cambio de las bendiciones corresponden a: opresión hacia la gente, dejar de realizar actos buenos hacia la gente, la ingratitud y el abandono del agradecimiento a Dios”. Dios Sublime dice:
"إِنَّ اللَّهَ لا یغَیرُ ما بِقَوْمٍ حَتَّى یغَیرُوا ما بِأَنْفُسِهِمْ" –“En verdad, Dios no cambia la situación de un pueblo a menos que ellos mismos cambien sus posturas y situaciones…”.[5] Los pecados que causan castigo son, por ejemplo, la opresión que el opresor a sabiendas la realiza, la violación de los derechos de la gente y burlarse de ésta. Los pecados que disminuyen el sustento del ser humano son, tales como mostrar pobreza, dormir en el momento de la oración de la noche (isha’) en tal forma que tenga que realizar la oración en reparación. Igual sucede con la oración de la mañana, considerar insignificantes las bendiciones y quejarse de Dios. Pero los pecados que provocan el desgarro de los velos corresponden a ingerir bebidas alcohólicas, apostar en juegos, burlarse y jactarse de la gente, decir palabras inútiles, criticar a la gente y amistar con personas corrompidas. Los pecados que provocan el descenso de castigos, no ayudar a los oprimidos, negar la ayuda a los indigentes, dejar de aconsejar los buenos actos y de reprobar lo prohibido. Los pecados que provocan que los enemigos dominen sobre el hombre corresponden a, la opresión manifiesta, el pecado en público, realizar lo prohibido, desobedecer a los buenos y obedecer a los perversos. Los pecados que provocan la temprana muerte en el hombre son cortar con las relaciones familiares, jurar en vano, mentir, adulterar, obstaculizar el sendero de los musulmanes, pretender ser Imâm sin contar con el mérito ni la dignidad. Los pecados que terminan con las esperanzas corresponden a, la desesperanza de la clemencia de Dios, perder la esperanza en Dios, tener seguridad y confianza en otros fuera de Dios, negar las promesas de Dios... Los pecados que obstaculizan la aceptación de las súplicas son, la animadversión, impuridad interna, disensión entre los hermanos, negar ayuda a los demás, retrasar la realización de las oraciones obligatorias al grado que termine su tiempo de realización, falta de bondad en el sendero de Dios, no dar limosna y dejar de realizar actos buenos, decir groserías e injuriar, y otras.[6]
Es oportuno mencionar que cada una de estas formas es posible tenga muchas otras cuestiones que para resumir nos limitamos a mencionar estas cuantas. Tal y como se deduce de las narraciones las causas de la no aceptación de las súplicas está compuesta por aproximadamente 30 factores, y en ocasiones sus causas pueden ser tales como ingerir un bocado prohibido, hablar a espaladas de otro, celos, orgullo y sentirse superior a los demás, crueldad, hipocresía y otros.