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1. Wahîîe (revelación) en la lexicología significa “transportar un asunto en forma veloz y oculta” pero en la terminología se le dice “al entendimiento y percepción especial que es exclusivo de los Profetas y oye la Palabra de Dios con o sin mediador “.
2. Wahîîe en su significado léxico no sólo es utilizado para la gente que no es Profeta, sino que también es utilizado para los animales, los sólidos y otros. Al igual que en la cultura coránica, ha sido llamado wahîîe o revelación a la inspiración realizada a la madre del Profeta Moisés (a.s.), o a los asuntos instintivos tales como el instinto de la abeja para construir su panal, o a asuntos existenciales tales como las traslaciones y órbitas del cielo y la tierra,
3. Algunos de los místicos han pretendido también el “wahîîe” que su propósito es la revelación bajo el significado lexical o esa misma inspiración espiritual. El wahîîe terminológicamente es especial de los Profetas (a.s.), pero la inspiración incluye también a los demás.
4. La forma para conocer la veracidad de las palabras de alguien que pretende la revelación acompañada de la profecía y de la misión es, en primera instancia, el “milagro”.
5. El milagro es un acto extraordinario que se encuentra fuera de los límites de los poderes humanos y de las leyes de las enseñanzas e instrucciones, que la persona pretendiente de la profecía muestra ese acto para comprobar la pretensión de su misión, acompañada con la solicitud de reto a los demás. Tal y como cuando el báculo del Profeta Moisés (a.s.) se convirtió en dragón, o la resucitación de los muertos a través del Profeta Jesús (a.s.), o como el Sagrado Corán que es el milagro del Sello de los Profetas (s.a.w.). Pero, si alguien no pretende ser Profeta después de mostrar un acto extraordinario de sí, ese acto no será un milagro y puede ser un kirâmah (prodigio) u otro. También si los actos extraordinarios no concuerdan con la pretensión que él hace, entonces no se consideraran milagro.
6. La forma de indicar el milagro, para la veracidad de la pretensión de la profecía y la revelación, es de esta forma que: tanto el milagro como la revelación los dos son asuntos extraordinarios del mundo oculto, pero la revelación no es algo visible para los demás, y ver al Ángel de la Revelación es imposible para aquellos que no son Profetas. Por ello los Profetas al mostrar milagros, que esto también es un asunto atribuido al mundo oculto y más allá del poder humano, comprobaron que están respaldados y conectados con la fuente infinita oculta Divina. Y puesto que “el juicio de objetos similares, es igual tanto en aquello que es permitido y posible, como en aquello que no lo es” puede concluirse que la pretensión de los Profetas respecto al descenso de la revelación a ellos es correcta y exacta.
7. La aparición de un milagro por parte de la pretensión de un seudo-profeta es imposible; puesto que se contradice con la filosofía, la sabiduría y la guía de Dios. Mostrar un milagro por parte de una persona así (falsa) provocaría la perdición de la gente; puesto que la obligación de ésta es aceptar las pretensiones de la profecía de cualquier persona, asunto que provocaría anarquía o incremento de los pretendientes falsos de la revelación y la profecía. Por otra parte refutar a cualquiera que pretenda la profecía, se contradice también con el propósito del envío de los Mensajeros y la guía de la gente. Entonces deberá haber una norma determinada por Dios para que los hombres distingan al Profeta verdadero de los seudo-profetas, y esta norma es el “milagro”.
8. Existen otras formas para reconocer la veracidad de la pretensión de la profecía que un ejemplo de éstas es analizar el contenido de la revelación desde el punto de vista de contradicción interna, y también desde el punto de vista de objeción con la razón y el innato espiritual. Entonces la pretensión de un asunto bajo el nombre de revelación que se contradice con las opiniones admitidas por la razón y del innato natural, es condenado de ser una mentira. En caso de que entre dos instancias diferentes de una revelación, o entre dos revelaciones exista contradicción, es la causa de la falsedad de ese seudo-profeta.
9. Analizar la conducta de la persona que pretende la profecía desde la perspectiva de la salud moral y espiritual, y del comportamiento, puede ser un sendero para considerar la veracidad de las palabras del pretendiente de la profecía.
10. Otras formas para reconocer al Profeta son la presentación y anunciación del Profeta anterior o del contemporáneo, e inclusive los textos claros de los Libros Divinos, y así sucedió respecto al generoso Profeta del Islam (s.a.w.).
“Wahîîe” tiene un significado léxico y un significado terminológico.[1] El significado léxico de wahîîe significa “transportar un asunto en forma rauda y oculta al receptor”[2] que comprende también una inspiración espiritual. Pero el significado terminológico de wahîîe, es “la consciencia y percepción especial e interna (no un pensamiento intelectual) que fuera de un algunos seres humanos que han sido incluidos en los favores Divinos (los Profetas –a.s.–) nadie puede recibirlo, y se encuentra oculto de los sentidos externos”.[3]
Wahîîe en el significado léxico no sólo sucede a personas normales, sino que para los demás animales e inclusive para creaciones que aparentemente carecen de percepciones (cuerpos sólidos) es posible adquirirlos. Al igual que en la cultura del Corán los estados instintivos que existen para la abeja que construye su panal y produce miel ha sido expuesto como un wahîîe por parte del Creador.[4] O la inspiración hecha a la madre de Moisés (a.s.) que para salvar a tu hijo: “¡colócalo en una canasta y déjalo en el río Nilo!”, ha sido manifestado como un wahîîe.[5] Al igual que Dios envía también revelaciones tanto al cielo como a la tierra.[6]
Algunos de los místicos han pretendido también la revelación que aparentemente es bajo ese mismo significado léxico, o una “inspiración espiritual” y una forma de “intuición interior”.
Ibn ‘Arabî dijo: “…el dominio sobre el alma de alguien a quien se le ha revelado, es mucho más fuerte que la dominación de su naturaleza que es igual a su alma receptora. Dios dijo: «Nosotros estamos más cerca de él que su vena yugular».[7] Entonces tú ¡oh, walî (guardián)! Cuando supongas que Dios te envió una revelación, observa tu alma, ve si en tu alma existe algún estado de duda u oposición. Si quedó todavía para ti discernimiento, reflexión y resolución, debes saber que no te ha sido descendida una revelación; pero cuando aquello que te llega te hace sentirte fuera de todo, te ciega y ensorde, y se coloca entre ti, tu pensamiento y tu reflexión, y si da su orden en forma completa y perfecta, debes saber que te ha sido enviada una revelación”.[8] Claro está existe mucho que decir en este campo, lo cual demanda otro tiempo, aquí nos limitamos únicamente a transmitir las palabras de algunos de los sabios o místicos. Moula Sadra Shîrâzî (que descanse en paz) en la obra Mafâtîh ul-Gaîb, después de mencionar los caminos para obtener la ciencia (aprender y adquirir, atraer y otorgar) y el que la enseñanza Divina se realiza sin mediador de dos maneras, que la primera, es el abecedario de la revelación y la segunda, es la inspiración, dice así: “…en conclusión la inspiración es uno de los asuntos en el que tanto los Profetas (a.s.) como los santos Divinos se encuentran asociados, pero la revelación es especial de los Profetas; puesto que ellos son responsables de la profecía y de la misión”.[9] A continuación, menciona la diferencia entre revelación e inspiración en otra forma, y el papel que juega el medidor en la percepción de la inspiración y la revelación.[10]
Qaîsarî también en la introducción del Fusûs ul-Hikam de Ibn ‘Arabí, menciona la diferencia entre la inspiración y la revelación. Después de mencionar las diferencias, dice: “…la revelación es una de las especialidades de la profecía… y la inspiración es una propiedad del señorío (wilâîah)…”.[11]
Por lo tanto es posible que, en cada época alguien pretenda ser receptor de la revelación, pero deberá definirse si su propósito es la revelación en forma terminológica y pretende la profecía, o si su propósito es llegar a uno de los grados de adquisición y una intuición interior, y si se le envían inspiraciones. En la segunda suposición él es un místico, no un Profeta y para la certeza de sus pretensiones deberá recurrirse a los asuntos escritos sobre esto.
Pero si su propósito es la revelación en la terminología y pretende que el Ángel de la Revelación desciende ante él y le trae palabras por parte de Dios, entonces se presenta ese asunto teológico que ¿cuál es la forma para conocer a un Profeta y cómo puede distinguirse un “profeta” de un “seudo-profeta”?
Aparentemente el propósito del cuestionador es también ese mismo, y el propósito es saber las formas de veracidad de la pretensión de la profecía, por ello la pregunta puede exponerse de la siguiente manera: “Si alguien pretende la profecía ¿en qué forma puede evidenciarse la veracidad de sus pretensiones?”
Si alguien pretende la revelación, la profecía y la misión por parte de Dios Sublime, para mostrar la veracidad de sus palabras deberá presentar un signo, una causa y un testigo; puesto que la revelación para los demás no es un asunto sensible, nadie fuera del Profeta puede ver al Ángel de la Revelación ni tampoco nadie puede ver signo alguno de él. La comprobación de este asunto extraordinario que no es visible, necesita de otro asunto extraordinario que sea visible (el milagro), para que aquellos que ven el milagro acepten que la persona pretendiente de la profecía está conectada con una fuente extraordinaria desde la perspectiva de las fuerzas materiales y respaldándose en ese poder anormal e inmaterial, le es descendida la revelación y tiene relación con Dios, y el propietario del milagro puede realizar actos que los demás son incapaces de hacerlos y, en conclusión, aceptan su palabras.
De lo dicho se evidencia que cada comunidad pidió a su Profeta que les mostrara un milagro, petición acertada y los Profetas también aceparon esta petición y presentaron milagros, indicaciones y signos claros: «Ciertamente, enviamos a Nuestros Mensajeros con las pruebas claras (milagros, causas y testigos vivos) e hicimos descender con ellos la Escritura y la Balanza para que los humanos establezcan la justicia (evalúen y distingan la verdad de lo falso)».[12]
Definición de milagro: para el milagro, se han mencionado numerosas definiciones, sin embargo pasando por alto algunos puntos concernientes a la definición pude decirse que “el acto es especial y extraordinario que sólo los enviados Divinos pueden realizarlo y una persona normal, inclusive utilizando todos sus poderes, está incapacitado para traer algo similar”.[13]
Por lo que respecta a la descripción del milagro pueden obtenerse algunas especialidades para él: Primero, el milagro (mu’ÿizah) tal y como se deduce de su nombre es un acto el cual hace a los demás incapaz o impotente (‘aÿz) mostrando la debilidad de los demás; es decir es un acto extraordinario y fuera de los límites del poder humano y de las leyes coincidentes con la enseñanza y la instrucción. Segundo, el milagro es en tal forma que los oyentes del Profeta distinguen que la aparición de ese acto depende de una causa invencible puesto que no puede ser invalidado o destruido.[14]
Como ejemplo puede indicarse la resucitación de los muertos por medio del honorable Jesús (a.s.) que este acto también fue tanto un acto extraordinario, como acompañado de las pretensiones de la profecía y la misión por parte de Dios, y para comprobar la impotencia de los demás para presentar algo parecido, y también depender de una causa invencible.
La manifestación de actos así por parte de los Profetas es una causa evidente para que la revelación –que por sí es también un acto anormal– puede ser realizada, y en base la famosa regla “El juicio de objetos similares, es igual en aquello que es permitido y posible, y en aquello que no lo es”[15], puede concluirse que en la misma forma que con la ayuda de una fuerza oculta puede convertirse un báculo en dragón, la palabra de Dios puede ser también toma del mundo oculto, y también encontrar conocimiento de éste, y familiarizar a los demás con éste.
Por lo tanto el camino más importante para conocer la veracidad de alguien que pretende la revelación y la profecía, es el “milagro” y puede, respaldándose en la realización del milagro por medio de alguien que pretende la profecía, tenérsele fe y aceptar su invitación. En realidad el milagro es el sendero que da un ultimátum a la gente y cierra el camino para presentar pretextos a aquellos que no son creyentes de la invitación del Profeta.
Es posible que se pregunte: ¿Puede alguien pretender falsamente la profecía y realizar un milagro? La respuesta es que a pesar de que este asunto no es un acto imposible racional, pero por parte de Dios que posee los Nombres y los Atributos aceptables tales como: Guía, Sabio, Amable y otros, en verdad debe esperarse que no haga realizable el milagro en manos de los seudo-profetas para que la gente no se desvíe. Explicado de otra manera, o deberán escucharse las palabras de cualquiera que pretenda la profecía y tenérsele fe, que esto provocará la anarquía y aparición de innumerables profetas, o deberá rechazarse las palabras de cualquier pretendiente de la profecía y negarlo, que esto se encuentra en contra del propósito Divino que es la guía y la fe de los siervos, o deberá dejarse un camino abierto para reconocer a los Profetas verdaderos y veraces que esto es “la realización del milagro por parte del pretendiente veraz de la profecía”, que a través de esto el propósito de la guía, la felicidad y de la salvación de los seres humanos puede ser proveído y garantizado.
Por ello, algunos de los teólogos consideraron la presentación de un milagro como la única forma para reconocer al Profeta.[16] Es mejor decir que la forma más importante y segura para conocer la veracidad del pretendiente de la misión y la profecía es “el milagro”; puesto que existen otras maneras para comprobar la veracidad del pretendiente de la profecía. Una de las más importantes de éstas es analizar el contenido de la revelación desde el punto de vista de contradicción interna, y desde el punto de vista de objeción con la razón y el innato espiritual. Es decir, en caso de que alguien pretenda la misión y presente asuntos bajo el nombre de “wahîîe” que se contradigan con las opiniones admitidas por la razón o se encuentren en contra del innato espiritual puro y saludable, se evidencia la mentira de ese pretendiente.[17] Así también, si se observa que entre los diversos asuntos que se mencionan como revelación existe contradicción, se evidencia su falsedad. Al igual que en el Generoso Corán dice: «¿Acaso no meditan el Corán? Si procediera de otro distinto que Dios, sin duda, habrían encontrado en él abundantes contradicciones».[18]
Así al analizar el comportamiento del mismo pretendiente de la profecía hasta cierto punto puede entenderse la falsedad o veracidad de éste. Si el mismo pretendiente de la profecía, no cumple con aquellos asuntos que presenta como revelación, o sus palabras carecen de veracidad, o sus actos son abominables, o sacrifica las vidas y los bienes de la gente por su avidez, o ambiciona el mando y la fama u otros, todos estos se oponen con el rango de la profecía provocando su desapruebo.
Otra forma para reconocer al Profeta son la presentación y anunciación del Profeta anterior o del contemporáneo. Por ello es posible que en algunos casos sin la realización de un milagro también le sea dado un ultimátum a la gente. Aunque en este caso también, este tipo de profecía, se respalda en el milagro del Profeta anterior o el contemporáneo.
En algunos casos existieron Profetas que fueron contemporáneos y la realización del milagro de uno de ellos era suficiente para la aceptación de la profecía de otro. Por ejemplo el Profeta Abraham (a.s.) y el Profeta Lut (a.s.) estuvieron en una misma época y los dos fueron Profetas. Cuando la profecía del Profeta Abraham (a.s.) fue comprobada y presentó a Lut (a.s.) como Profeta, le fue dado un ultimátum a la gente, la cual a través de este método fue informada de la profecía de ese Enviado Divino.[19]
La profecía del gran Profeta del Islam (s.a.w.) es también uno de esos caso que cuentan con numerosas anunciaciones de los Profetas anteriores –además de la realización de numerosos milagros por parte del gran Profeta (s.a.w.)–, un grupo en la misma forma que conocía a sus propios hijos lo conocía a él y sabía que era Profeta: «…le conocen como conocen a sus hijos…».[20] Y antes de ser elegido como Profeta también, el Profeta Jesús (a.s.) mencionando el nombre del Profeta del Islam (s.a.w.) dio la buena nueva de su llegada: «Y [recuerda] cuando Jesús hijo de María dijo: “¡Oh, Hijos de Israel! En verdad, soy el Mensajero de Dios enviado a vosotros para confirmar la Torá anterior a mí y para anunciar a un Mensajero que vendrá tras de mí. Su nombre es Ahmad”. Y cuando vino a ellos con las pruebas claras, dijeron: “¡Esto es magia evidente!”»[21]
Para finalizar este debate, otro medio para conocer a los Profetas Divinos son las anunciaciones y los atributos correspondientes al Sello de los Profetas (s.a.w.) que existieron y existen en la Tora y en los Evangelios. Las aleyas del Generoso Corán lo muestran claramente. Tal como: «Aquellos que sigan al Mensajero, el profeta iletrado al que encuentran descrito en la Torá y el Evangelio que tienen con ellos…»[22] y otras aleyas.[23]
Para más información respecto a las explicaciones evidentes que existen en el campo de la profecía del generoso Profeta del Islam (s.a.w.) el interesado puede recurrir a la Tora, los Evangelios y a las obras publicadas a este respecto.[24]
[1]– Recurrir al Índice: wahîîe la revelación y su calidad.
[2]– Râqib Isfâhânî, Al-Mufarradât, vocablo “wahîîe”, p.515.
[3]– Tabâtabâî Saîîed Muhammad Husâîn, Exegesis Al-Mizân fi Tafsîr Al-Qurân, t.2, p.159.
[4]– Sagrado Corán 16:68.
[5]– Sagrado Corán (20:38), (28:7).
[6]– Sagrado Corán (41:11 y 13), (99:5).
[7]– Sagrado Corán 50:16.
[8]– Ibn ‘Arabî Mahîâ ad-Dîn, Al-Futuhât Al-Makîîah, p.2, p.78.
[9]– Moula Sadrâ Shîrâzî Muhammad Ibrâhîm, Mafâtîh ul-Gaîb, t.1, pp.221-224.
[10]– Ídem, p.224.
[11]– Qaîsarî en la introducción del Fusûs ul-Hikam de Ibn ‘Arabí, “tanbîîah” capítulo séptimo.
[12]– Sagrado Corán 57:25.
[13]– Yawâdî Âmulî ‘Abdul.lah, Interpretación temática del Sagrado Corán, t.1, p.89.
[14]– Al-Mizân fi Tafsîr Al-Qurân, t.1, p.74.
[15]–. Esta es una regla filosófica que los usos numerosos tienen en diversos asuntos. Para familiarizarse con esta regla y con su forma de realización, el interesado puede recurrir a: Ibrâhîmî Daînânî Gulâm Husaîn, Las leyes generales de la filosofía en la filosofía Islámica, t.1, p.208.
[16]– ‘Abd ul-Razâq Lâhîchî, La inversión de la Fe, p.85; Mudzafar Shaîj Muhammad Ridâ, ‘Aqâîd ul-Imâmîîah, p.77, segunda parte “An-Nawâbah”.
[17]– Atención: es posible que todos los seres humanos en todos los casos no puedan percibir esta contradicción con la razón y el innato espiritual, e inclusive existen numerosos casos en las enseñanzas de los Profetas que la razón está imposibilitada de su entendimiento, o el innato natural de todos no puede percibir esas percepciones. Mientras que el ultimátum por parte de los Profetas necesita de signos evidentes y lejos de cualquier duda. Recurrir a Misbâh Ÿazdî Muhammad Taqî, Las Sabidurías del Sagrado Corán, t.4 y 5, pp.66-69.
[18]– Sagrado Corán 4:82.
[19]– Las Sabidurías del Sagrado Corán, t.4 y 5, p.71.
[20]– Sagrado Corán (2:146), (6.20). Al-Mîzân, t.1, pp.326-327; t.7, pp.40-41; t.8, pp.278-282.
[21]– Sagrado Corán 61:6.
[22]– Sagrado Corán 7:157.
[23]– Sagrado Corán (48:29), (26:197). Maylisî Muhammad Bâqir, Bihâr ul-Anwâr, t.15, pp.174-248.
[24]– Bihâr ul-Anwâr, t.15, pp.174-248; Evangelios de Juan 14,16-30; 15,26. Evangelios de Bernabé 39,41- 44-54-55-136 y otros.