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El ser humano en forma natural es una criatura buscadora de Dios y buscadora de adquirir más conocimiento en cuanto a Dios, que como resultado del conocimiento que tiene de Dios suministre el propósito principal de la creación que es ese mismo culto y servicio a Dios.
Por otra parte, al igual que Dios mismo en diversas partes del Generoso Corán dijo dirigiéndose al ser humano: “la parte del conocimiento de la cual se beneficia la humanidad es mínima”, entonces inevitablemente el ser humano está necesitado de seres humanos que por su mérito y favor especial Divino se encuentre abiertas para ellos algunas de las puertas de los conocimientos, y a través de Dios aprendan todo aquello que la humanidad necesita, y ellos son los enviados Divinos y los mensajeros de Dios.
Después de los Profetas, sus sucesores, es decir los Inmaculados Imames (a.s.) esos elegidos por Dios, continuaron el sendero de los Mensajeros portadores de una Escritura Sagrada. Aquellos que en forma exacta recibieron del Profeta (s.a.w.) las órdenes Divinas, al igual que maestros compasivos guiaron al ser humano, y puesto que tenían conocimiento de todo aquello que la humanidad necesitaba pudieron responder al intelecto indagador del hombre, para que con la ayuda de ellos la humanidad pudiese salir del barrizal de la ignorancia y el oscurantismo.
Entonces en verdad si no hubiesen habido las enseñanzas de los Profetas y después de ellos las de los Inmaculados Imames (a.s.) la humanidad no sólo no conocería en forma perfecta a Dios sino que tampoco podría adorarlo en la forma digna que Él merece.
El hadîz que estamos tratando en las fuentes narrativas está registrado de la siguiente forma: El Imam Sâdiq (a.s.) dijo:
"إنَّ الله عزوجل خلقنا فاحسن خلقنا و صوَّرنا فاحسن صُوَرِنا و جعلنا خزانه فی سمائه و ارضه و لنا نطقت الشجرة و بعبادتنا عبد الله و "لولانا ما عبدالله".[1]
Tal y como saben, el ser humano en forma natural es una criatura buscadora de Dios[2] y buscadora de adquirir más conocimiento en cuanto a Dios. Por otra parte se ha dicho que el propósito principal de la creación fue el culto y el servicio a Dios,[3] y en su momento se comprobó que mientras el conocimiento del ser humano respecto a Dios sea mayor, sin duda influye en la calidad de su culto, y con el incremento del conocimiento su culto encuentra profundidad. [4]
Por otra parte la capacidad del ser humano, con las herramientas que tiene en mano tanto de inteligencia como de innato y demás asuntos, no se encuentra en la medida que pueda llegar a ese grado favorable de conocimiento, y entender las verdades de este mundo, tal y como Dios mismo indicó también en diversas partes del Generoso Corán. Por ejemplo ahí donde dice: “y no se os ha dado del conocimiento más que un poco”.[5]
Pero Dios Todopoderoso considerando que es Sabio, Justo y poseedor de todos los atributos de perfección es imposible que por una parte coloque la perfección del ser humano en la profundidad del conocimiento respecto a Sí mismo y en la intensidad de Su adoración y, por otra, limite la medida de su información y no prepare las condiciones para que el humano adquiera más conocimientos. Por ello Hizo descender enseñanzas en forma de revelación a los corazones de los Profetas, los Presentó como Mensajeros Divinos portadores de una Escritura Sagrada, les Otorgó el conocimiento y todo aquello que ignoraban.[6] Y dijo: “Ciertamente, enviamos a Nuestros Mensajeros con las pruebas claras”.[7] Entonces los Profetas, estas pruebas Divinas, fueron enviados para traer todo aquello que los hombres necesitan para cruzar los grados de perfección y llegar a la cúspide de la cumbre del conocimiento.
Después del Profeta Muhammad (s.a.w.) último enviado de Dios, se presentan estas preguntas: ¿Qué sucederá después de él? ¿Acaso los seres humanos que vendrán después de él no necesitan de enseñanzas religiosas y de las explicaciones detalladas de éstas? ¿Acaso ha sido cerrado el sendero del aprendizaje de lo más posible de las ciencias y de los conocimientos del ser humano en cuanto a Dios? Aquí es donde se presenta el asunto de la sucesión del Profeta. Pero en verdad ¿quiénes pueden ser los sucesores de los Profetas? ¿Quién debe elegir a estos sucesores? Aquí el intelecto de cualquiera que razona dicta que: “Puesto que los sucesores de los Profetas deben realizar todo aquello que ellos realizaban ante los humanos, entonces, primero: deberán poseer todo el conocimiento y la perfección que poseían los Profetas. Segundo: puesto que para los seres humanos no es posible reconocer a estas personas, deberán haber sido colocadas por Dios, para proveer el propósito Divino de guiar a la humanidad”.
Al recurrir a las obras narrativas e históricas entendemos que el asunto de la herencia y sucesión del Profeta (s.a.w.) se mencionó en la época de este mismo honorable y por diversas ocasiones, y el Profeta (s.a.w.) directamente, y en otras insinuando, daba a entender a la gente que: “Lo que buscáis y me preguntáis por ello, después de mí lo tendrán los doce Inmaculados Imames (a.s.)”.[8] Y “Sólo ellos, y nadie más, pueden tranquilizar la sed del cocimiento que tienen”.[9] Ahora concluimos que el ser humano que está beneficiado con una pequeña parte del conocimiento, e incluso ignora lo que está a su favor y lo que está en su contra, al beneficiarse de estos maestros Divinos (los Profetas y sus sucesores verdaderos) adquiere todo aquello que ignoraba y aprende todo aquello que necesitaba. Si no hubiese habido este favor Divino, y si no hubiesen existido estos guías Divinos, hubiésemos permanecido en el oscurantismo absoluto y nunca hubiésemos salido del barrizal de la ignorancia.
Con estas explicaciones de las palabras del Imam Sâdiq (a.s.) se aclara perfectamente que: “Si nosotros no hubiésemos existido ustedes no sólo no conocerían a Dios, sino que no lo adorarías en la forma que es digno de ser adorado”.
[1] Kulaînî Muhammad Ibn Ya’qûb, Al-Kâfî, t.1, p.193, cap. "أن الائمة (ع) ولاة أمر الله" –h.6; Maÿlisî Muhammad Bâqir, Bihâr Al-Anwâr, t.25, p.4, cap. "بدو ارواحهم و انوارهم و طینتهم", h.7.
[2]– Ar-Rūm [30:30].
[3]– Ad-Dāriyāt [51:56].
[4]– Al-Kâfî, t.1, p.180, cap. "معرفة الامام", h.1.
[5]– Al-Isrā’ [17:85].
[6]– An-Nisā’ [4:113].
[7]– Al-Ĥadīd [57:25].
[8]– Bihâr Al-Anwâr, t.36, p.299, cap. "نصوص الرسول (ص) علیهم ع", h.133.
[9]– Misbâh Muhammad Taqî, Enseñanzas de las Creencias, lección 38.