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En la aparición de las diversas Escuelas influyeron otros factores, tales como, la desatención de un grupo respecto a las encomiendas y órdenes del Profeta (s.a.w.) sobre la sucesión del Imâm ‘Alî (a.s.), la influencia de los seguidores de las demás religiones entre los musulmanes y la mezcla cultural entre ellos, el alejamiento de las enseñanzas auténticas islámicas y de los conocimientos de Ahl Bayt (a.s.), la prohibición de escribir las narraciones proféticas durante un siglo, la incitación de los califas Omeyas en la falsificación de narraciones elogiando a algunos de los Compañeros Cercanos (Sahâbah), la provocación de diferencias entre las escuelas y los musulmanes por parte de los califas Omeyas y Abasidas para aprovecharse de la situación y continuar su gobierno, la ignorancia de la gente y el daño que provocó en ellos la propaganda. Es evidente que por lo menos algunos de estos factores se derivaban del propósito para alterar y destruir al Islam, en especial las incitaciones y alteraciones realizadas por parte de los judíos y las narraciones falsas de ellos que fueron conocidas como “isra’iliyat”. Pero otros grupos por tendencia a lo mundano o derivado del rencor y las envidias, y cada uno a través de ardides políticos pudo separar a un grupo de gente seguidora de la Inmaculada familia (a.s.) –que son el sendero recto de la guía– y crear una secta especial. Muchas de estas sectas desaparecieron durante el paso del tiempo y otras se fundaron en los siglos contemporáneos. A través de los audaces y continuos esfuerzos de los Inmaculados Imâmes (a.s.), las guías, la paciencia y la resistencia de ellos y de sus shi’ítas enamorados el Islam puro de Muhammad (s.a.w.) y gran fuente de la revelación Divina fue protegido y transmitido a las siguientes generaciones.
Hasta el momento en que el Gran Profeta (s.a.w.) estuvo entre los musulmanes, estos aunque fuese en forma aparente se mantuvieron unidos y giraron sobre un mismo eje. El Profeta (s.a.w.) el día que convocó a los parientes (“Îaum al-Dâr” ) pronunció la narración del temor, y después de invitar a sus familiares, eligió y presentó como su sucesor y califa a ‘Alî (a.s.) que contaba con apenas 13 años de edad . En cualquier otra ocasión y situación oportuna, también acentuó este asunto e invitaba a los demás a que siguieran a ‘Alî (a.s.). Hasta que al final de la Peregrinación de la Despedida, el 18 de Dhul Hiÿÿah del año 10 de la hégira Lunar, en un lugar llamado Gadîr Jum presentó oficialmente a ‘Alî (a.s.) como Imâm, tutor y walî de la comunidad islámica. Ahí fue tomado el pacto de fidelidad de los musulmanes hacia con él. Así su liderazgo fue presentado como complemento de la religión y una bendición Divina.[1] Aun el cuerpo sin vida del Profeta (s.a.w.) se encontraba sobre la tierra, que los musulmanes se vieron en desacuerdo en cuanto a la sucesión del noble Profeta (s.a.w.). Entonces fue cuando la gente se dividió en dos grupos: el grupo que los consideró opuestos a las recomendaciones del Profeta (s.a.w.) y los rechazó como sucesores verdaderos del Profeta (s.a.w.) y reprocharon sus actos. Ellos se volviéndose famosos en la comunidad como los shi’ítas de ‘Alî Ibn Abî Tâlib (a.s.). Otro grupo (según el fanatismo trivial) observaron lo aparente y dijeron: “¡El yerno del Profeta (s.a.w.) o su suegro, no tienen diferencia para nosotros! Ahora que (uno de ellos) ha tomado el gobierno, ha obtenido oficialidad, obedecerlo es necesario y rebelarse ante el es prohibido”. Al grado en que tiempo después dijeron: “Husaîn (a.s.) desperdició su sangre al rebelarse ante el califa del tiempo. Yazîd se equivocó, y se arrepintió por el dictamen equivocado que dio. Desde ese momento fue que se dividieron en dos grupos: shi’ítas y sunnitas. Después de los enfrentamientos sucedidos entre Mu’awîîah y ‘Alî (a.s.), surgió la secta de los Jawâriÿ; y después del gobierno de los Omeyas y de los Banî Marwân, y de su enfrentamiento con los Abasidas, y por fin la destrucción de estos, y al abrirse las puertas del debate, la enseñanza, el aprendizaje, la traducción de libros griegos y hebreos al árabe, la entrada de los judíos y cristianos, la influencia de estos en los palacios de los califas, y hacerse famosos entre la gente como ¡sabios y cronistas de hadices islámicos!, dieron entrada a la oferta y la demanda de solicitudes, mientras que la opresión del gobernador tirano, quitó la oportunidad de la propagación y difusión de la religión correcta de los hijos del Profeta (s.a.w.), llevándolos a la exclusión, y abriendo el campo para los falsificadores de hadices.
Por ello la gente lejana de la época de la Misión y saciada de las copas de los Omeyas, se dirigió hacia las enseñanzas de los sabios de los Abasidas y ellos también, para consolidar su gobierno, dejaron abierto el campo para el surgimiento de las nuevas escuelas y sectas. Pero aún así los campos de la difusión y propagación se encontraban en manos de los discípulos de los Inmaculados Imâmes (a.s.) que se habían vendido a los palacios de los califas y andaban en buscan de lo mundano, dejando a un lado el sendero de la Otra vida. Fue así que durante muchos años la Escuela Shi’íta Ÿa’farîta (a.s.) no fue reconocida en absoluto incluso como una de las Escuelas Islámicas junto a las demás Escuelas!
El surgimiento de los desacuerdos, los partidos y las sectas (72 sectas) fue el resultado del acto de un grupo que se reunió en Saqîfah y transgredió al ejército de Asâmah. Olvidaron todas esas recomendaciones del Profeta (s.a.w.) respecto a ‘Alî (a.s.), al suceso de Gadîr Jum y su pacto de fidelidad hacia ‘Alî (a.s.), y hasta gran punto prohibieron a la comunidad islámica las enseñanzas puras del Islam.
Un grupo se consideró a sí mismo como seguidor de la tradición del Profeta (s.a.w.), pero al inicio de su califato quitaron el castigo legal islámico y dictaminaron sobre los textos claros del Corán. Algunos anunciaron prohibidas las “dos mut’ah” permitidas en la época del Profeta (s.a.w.) : la mut’ah o el matrimonio temporal, y la mut’ah o el matrimonio temporal en la Peregrinación, (contrato legal entre la Peregrinación Menor y la Peregrinación Mayor)”.[2] No transcurrió mucho tiempo suprimieron la frase “Hayya ‘alâ jaîr al-‘amal (venid a la mejor de las acciones)” del llamado a la oración para que la gente en lugar de presentarse en la oración ¡se dirigiese a la lucha santa con Roma e Irán! Permitieron que las oraciones preferentes se realizasen en forma colectiva y por fin cambiaron la forma de ejecutar la ablución (wudû nawabî) según la tradición del Profeta (s.a.w.), ¡para que este califa también se beneficiase de este cambio! Un grupo en lugar de la tradición del Profeta (s.a.w.) aceptó la tradición de los califas y para diferenciarse de los ‘alawitas shi’ítas insistieron en la ablución ‘uzmanî para terminar con la generación de ‘Alî (a.s.), Fátima Zahra’ (a.s.) y sus shi’ítas. La gente de la región de Shâmât (Siria actual) después de la conquista de Shâmât por los musulmanes, no vieron ni conocieron a otros más que a los omeyas como símbolo del Islam. Mu’awîîah para ellos era el califa por parte del Rasulil.lah (s.a.w.) que su intención era terminar con el nombre del Mensajero de Dios, con el nombre y la tradición de los descendientes del Profeta (s.a.w.), de ‘Alî (a.s.) y de Fátima Zahra’ (a.s.). Por ello su mala costumbre, es decir, ¡maldecir a ‘Alî (a.s.)! en el sermón de la oración de los viernes y demás sermones oficiales, continuó hasta la época de ‘Umar Ibn ‘Abdul ‘Azîz, y hasta el final los Imâmes guías (a.s.) fueron aislados y colocados al margen.
Sólo en la época del enfrentamiento de los Omeyas y los Abasidas, y la protección simulada de los Abasidas como protectores de los descendientes de ‘Alî (a.s.) fue hasta cierto punto abierto el campo de la difusión, la enseñanza y educación para personalidades tales como el Imâm Bâqir (a.s.) y el Imâm Sâdiq (a.s.), y las narraciones del Mensajero de Dios (s.a.w.) que no habían sido registradas fueron mencionadas, explicadas e interpretadas a través de estos dos honorables Imâmes. Fue entonces cuando manifestaron el contenido del Corán y presentado el tesoro del conocimiento puro, de los mandatos directos y elocuentes islámicos. A través de los esfuerzos de los sabios shi’ítas y de sus discípulos estas enseñanzas fueron transmitidas a las siguientes generaciones. Pero después de que los Abasidas se establecieron, la presión sobre los Inmaculados Imâmes (a.s.) tomó una nueva forma. Ellos la pasaban en las cárceles, en destierro o en los campos militares (encarcelados), y ¡se veían obligados a disimular! Por otra parte, el mercado de los estafadores del conocimiento, la enseñanza, la predicación y los sermones florecieron y cualquiera por sí mismo se presentó como teólogo islámico, cronista de hadîz y muÿtahid (autoridad religiosa), formando cada uno su propio grupo, al grado en que el incremento de éstos hizo temer a los califas. Por ello limitaron en cuatro a las Escuelas oficiales: Shâfî’î, Hanbalî, Mâlikî y Hanafî, y ordenaron que los demás libros ¡fuesen reunidos y destruidos!
Entre los califas y sus agentes, podían encontrarse diversos grupos con diversos motivos, que provocaron este asunto:
1. Aquellos que sentían odio y envidia hacia ‘Alî (a.s.) y hacia Fátima Zahra (a.s.). Este asunto lo mostraron también en diversas formas, aunque en forma más débil, durante la época del gran Profeta (s.a.w.), ellos fueron quienes registraron y protegieron las fuentes de la Escuela Sunna y de la Escuela Shî’ah.
2. Aquellos que se inclinaron hacia el Islam fundamentalmente para obtener un rango, una situación y fama, y esperaban una oportunidad, y después del fallecimiento del gran Profeta (s.a.w.) encontraron esta oportunidad cuando ‘Alî (a.s.) estaba ocupado dando el baño completo al bendito cuerpo del Profeta (s.a.w.).
3. Aquellos que en la conquista de la Meca, convirtieron su fe al Islam por temor de sus vidas y siempre estuvieron en espera de alterar y terminar con el Islam. Los omeyas derivan de esta generación.
4. Los hipócritas de entre los árabes y judíos que habían programado alterar y desviar la religión y derrotar a los musulmanes.
5. Los sabios judíos que se abrieron paso en los palacios de los Omeyas y bajo el nombre de misionero, orador, o cronistas islámicos, alcanzaron fama y entraron en el campo.
6. Los ignorantes, predicadores y falsificadores de hadices que se rebasaban unos a otros para llegar a un puesto, tener fama y gozar de más riquezas.
7. Los sabios y teóricos irresponsables y desobligados que habían hacho del Generoso Corán y de las narraciones medio para obtener riquezas, fama y rangos. Ellos se habían alejado de Ahl Bayt (a.s.) y del Profeta (s.a.w.) que eran sus maestros. Sin ningún conocimiento del Corán ni de la tradición profética y careciendo de información exacta en cuanto a la complejidad de la literatura árabe comenzaron a interpretar y explicar la religión y el Corán, y cada grupo comenzó a seguir a uno y a la opinión de ese.
8. Las personas ingenuas que no aprovecharon los resultado de las pruebas y los sucesos, y fueron cribadas, y se alejaron de los Imâmes (a.s.) se vieron afectadas por creencias incorrectas tales como, que Zaîd hijo de ‘Alî (a.s.) (que durante mucho tiempo su cuerpo estuvo colgado) se encontraba vivo, o el que Ismael hijo del Imâm Ÿa’far (a.s.) (que su propio padre lo había enterrado) se encontraba con vida, y los consideraron sus Imâmes.
9. Y por fin las incitaciones de la arrogancia mundial y los sionistas para separar y destruir a la comunidad islámica con la expansión de los seguidores del babismo, behaísmo, wahabíes, talibán y otros…
Por ello los factores de la discrepancia de la comunidad islámica pueden dividirse en factores internos y externos. Los factores internos, tales como: odio, envidia y avidez hacia la Familia del Profeta[3] por parte de los Omeyas, de los Abasidas y otros, la ignorancia e ingenuidad de la gente y la tendencia hacia adquirir un rango y fama. Y los factores externos tales como: prohibir libros de hadîz y de la tradición profética durante un tiempo de 100 años, falta de conocimiento de la literatura árabe y surgimiento de diferencias en la lectura del Corán y del entendimiento de su texto, ingreso de innumerables narraciones falsas en las fuentes islámicas, separación de la Familia del Profeta los Inmaculados Imâmes (a.s.) que son los ilustrados en el Corán, en la metafísica, en las deducciones de las normas islámicas (del Corán y las narraciones), en el despotismo, en las opiniones respecto a la tradición profética a través de los califas, en la protección de los califas sobre algunas sectas y Escuelas, en apartar a los Inmaculados Imâmes (a.s.) y a sus shi’ítas y colocarlos bajo presión, en la dominación del campo por algunos judíos y cristianos para la religión del Islam y en la sofocación dominante sobre la gente.
Sin duda cada una de éstas en una forma influyeron en la alteración y separación entre el Islam y los musulmanes, y los demás también sin querer tendieron e influyeron en esas. Lo cierto es que entre todos los senderos y diversas opiniones, sólo existe un sendero recto y verdadero, y los demás, en esa misma medida que armonizan con este sendero recto, se benefician de la verdad, pero cuando se mezclan con las desviaciones y los errores, son considerados falsos.
El reconocimiento del sendero correcto y de la verdad a través del Generoso Corán, que según la creencia de las dos Escuelas uno de los milagros Divinos es que este Libro Sagrado ha quedado inmune de cualquier alteración, y la tradición profética es posible conocerla en forma correcta y consecutiva entre los shi’ítas y sunitas, y la tradición y la conducta de los Inmaculados Imâmes (a.s.) también se encuentran en esta misma dirección.
Fuentes para mayor estudio:
1. Saîîed Muhammad Husâîn Tabâtabâî, Exegesis Al-Mizân, t.4, pp.364-365.
2. Ridâ Muhammad Ibn Muhammad Qumî Mash.hadî, Kanzu Al-Daqâ’iq, t.3, p.417, y t.4, p.117.
3. Sharaf Al-Dîn Musawî, Buscador de la verdad y conocedor de la verdad.
4. ‘Abdul.lah Yawâdî ‘Âmulî, Interpretación de Tasnîm, t.1, pp.98-99.
5. ‘Abdul.lah Yawâdî ‘Âmulî, Interpretación temática del Sagrado Corán en el Corán, pp.315-350.
6. ‘Abdul Husaîn Jusrû Panâh, La nueva palabra, pp.150-239.
7. Saîîed ‘Alî Shahristânî, La ablución del Profeta (s.a.w.).
8. Saîîed Muhammad Asgarî, Qîâs wa…
9. Shaîj ‘Abbâs Qumî, Tatimmatul Muntahâ.
10. Muhammad Tîÿânî, Los verdaderos seguidores de la tradición, t.1 y 2.
11. Saîîed Muhammad Taqî Naqawî, Explicación e Interpretación del Sermón de Gadîr.
[1]– Sagrado Corán 5:3 y 67.
[2]– Shaîj Mufîd, Al-Irshâd, t.1, 164, capítulo cincuenta, el suceso de la Peregrinación de la Despedida, y el arribo de ‘Alî (a.s.) de Yemen a la Meca, y el suceso de Gadîr Jum… p.158; Raûdzah Kâfî, t.1, 97, sermón de Amîr al-Mu’minîn (a.s.)… p.94.
[3]– Sagrado Corán (48:15), (4:49-63).